Respirar esa intensa fragancia que solo del pinar llega, de los pinos mediterráneos. De la patria infantil cuando los ricos del abrupto secano eran castillos de princesas, escenarios de cantantes, paraísos encontrados. Donde la soledad no dolía, pues estaba poblada de deseos, de sueños, de batallas que indefectiblemente, llevaban a la gloria. Y hoy la misma fragancia me devolvió a aquellos lugares. Por unos instantes tuve diez años. El cielo era un infinito de palabras tejiendo y destejiendo mis historias. A mis pies los almendros, el áspero terruño, la sequía, la pista quebrada ascendiendo la montaña, la parra, el pozo, la higuera. La tierra toda semblaba la metáfora completa de mi vida. Por completo el cielo era el preludio de mi salvación. Sin aquella pineda, sin aquel aire, sin su olor tatuando mi memoria, nada hubiese sucedido, nada. Castillo de Denia 6 de julio 2021