GUANTES DE EXTRAÑEZA

  Esta noche al oído me has dicho dos palabras comunes. Dos palabras cansadas de ser dichas. Palabras que de viejas son nuevas. Dos palabras tan dulces que la luna que andaba filtrando entre las ramas Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras que una hormiga pasea por mi cuello y no intento Moverme para echarla. tan dulces dos palabras ¿Que digo sin quererlo? ¡oh, qué bella, la vida!? Tan dulces y tan mansas Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman. tan dulces y tan bellas que nerviosos, mis dedos, se mueven hacia el cielo imitando tijeras. Oh, mis dedos quisieran cortar estrellas.                           

Se fue así, como si nada,  absolutamente calma Era un septiembre con labios de mayo, con mansos dedos de julio. Partió así, en bendecida de paz, mientras soñaba con la patria de su infancia, con el banco azul de las costuras de la vida, en la arboleda del camino recorrido. Era, septiembre, digo, Era el tiempo cumplido en el reloj.  Y se fue así, como si todo Y nuestro amor la vio convertirse en estrella. Fotografía Abel Baquerín

  No vengáis a llorar a nuestra tumba. Traed flores, dejad volar el sentimiento. No vengais a llorar nuestra tumba. No estamos aquí. Permanecemos en el aire que te sustenta, en el agua cantarina de Munilla, en el olivo del castillo de Xátiva. Estamos en el beso que das a tu prole, en la caricia que prodigas al triste, en la sonrisa que procuras para aclarar el dolor de quien sufre. Estamos en tus ojos y en los suyos. Estamos en el amor que no sucumbe.