GUANTES DE EXTRAÑEZA

      Hay en esa imagen de un padre con su hija, frente a un mar que rompe a sus pies en la roca que los sostiene, una seguridad y una incertidumbre. Y también un verso latente y un corazón en espera. Tal es el amor que desprende el fotograma. Un amor que observa la metáfora del presente en el vaivén de las olas. Unas manos que conducirán tiernas y firmes hacia el futuro. Hay en ese rumor salado, que salpica las frentes de un padre con su hija, una entrega que dirimirá todos los fantasmas, un calor que será latido permanente en todas las nubes pasajeras, en todas las lunas que quedan por llegar. Imagen de Millán Rivera Lozano

Esa mirada esquiva a la cámara mantiene un punto final y una pregunta que descansa en la frente protegida por el exquisito   tocado blanco con cinta azul, en armonía con su blanco vestido de organdí.  En sus seis cortos años hay una inocencia manifiesta: su cuerpo frágil, sus manos sujetando una medalla y el derroche de promesas que supone tener todo el tiempo por delante. Hay un cielo inespecífico en la esquina de esos ojos que no ven el objetivo, que fijan su interés en otro lugar, en otra escena, o simplemente permanecen en un pensamiento real,   o irreal, más interesante para ella. Hay una luz oblicua a lo corriente    en esa niña ajena al fotograma. Del poemario "Como miran las palabras"