Como espina a la rosa, como sal al alimento, así el amor es a la vida. Y en su complejidad, es fragancia de flor y, a veces, punzante herida. Sal que da sabor a las rutinas, condimento al día. Porque no se vive sin caras y cruces, sin las sombras que la luz proyecta, Sin mariposas de sal, sin el corazón en un hilo.