ADIOS A MEDARDO FRAILE






















En ocasiones, el sol nos deslumbra
de forma repentina,
detiene la prisa de los pasos,
reclama un minuto de esperanza,
nos desdice de la urgencia consentida.

Otras, es la lluvia quien nos sorprende
en medio de una acción indemorable
y nos deja líquidos o heridos,
precipitados, alertas, indecisos.

También nos ocurre con las muertes pasajeras
y los adioses perpetuos.

Es curioso saber de qué manera,
el agua o el calor anticipados,
la calma, la risa o el dolor 
nos hacen presos o libres de las horas,
nos convierten en siervos o en señores
del tiempo que subyuga nuestras vidas. 


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