DESDE QUE VOS ME NOMBRAS

A nada os pareces desde que vos me nombras, a nada. Ni a la ilusión, ni al agua, ni a la prisa. No a la roca, la calma, la mañana, no a la dicha, al sol, al aire, ni a la fortuna. Ni siquiera a la necesidad, la redención, el mar, el deseo. A nada os parecéis, a nada, y sin embargo, a todo ello me sabes, a todo.