LA ESPERA EN LA NOCHE

La noche que ganó el pulso al peso de la vida en las pestañas, a las losas del alma y de las manos, era una noche con ojos de cualquiera, con viento de cualquier febrero, con nieve en cualquier incertidumbre. La noche que apagó todas las dudas de los besos, era también la noche que no se parecía a ninguna. Ninguna sabía a sal y a amanecer, ni escondía horizontes con labios de promesa, ni portaba ese velero de regreso a las infancias. La noche que se parecía a cualquier noche y no fue como ninguna, rompió la disciplina del dolor en los bancos mansos de hospitales, quebró la rutina de los días, y nos lleno de Luz la voz y las miradas cuando ella lloró estrenando el mundo y nosotros estrenado su llegada.