LA PIEL FELIZ DE LA INOCENCIA
Era el tiempo de la espiga,
del sol cenital sobre la frente,
de la masa caliente en madrugada
y a las cinco de la tarde.
Era el tiempo de toda la familia
en torno a la mesa,
el mantel de hilo, la vajilla de la abuela,
la esfera detenedida
en la hora de la siesta.
Era el tiempo de la plenitud en las manos,
la promesa en las bocas infantiles,
el aleteo del viento de poniente,
el castillo con sus torres invencibles.
Era el tiempo inacabable de verano
en el territorio de los días,
y en la piel feliz de la inocencia.
Xátiva.
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