LA PIEL DEL AIRE
Respirar esa intensa fragancia
de los pinos mediterráneos.
De la patria infantil
cuando los ricos
del abrupto secano
eran castillos de princesas,
escenarios de cantantes,
paraísos encontrados.
Donde la soledad no dolía,
pues estaba poblada de deseos,
de sueños, de batallas que
indefectiblemente, llevaban a la gloria.
Y hoy la misma fragancia
Por unos instantes tuve diez años.
El cielo era un infinito de palabras
tejiendo y destejiendo mis historias.
A mis pies los almendros, el áspero terruño,
Sin aquella pineda, sin aquel aire,
que solo del pinar llega,
De la patria infantil
cuando los ricos
del abrupto secano
eran castillos de princesas,
escenarios de cantantes,
paraísos encontrados.
Donde la soledad no dolía,
pues estaba poblada de deseos,
de sueños, de batallas que
indefectiblemente, llevaban a la gloria.
Y hoy la misma fragancia
me devolvió a aquellos lugares.
Por unos instantes tuve diez años.
El cielo era un infinito de palabras
tejiendo y destejiendo mis historias.
A mis pies los almendros, el áspero terruño,
la sequía, la pista quebrada ascendiendo la montaña,
la parra, el pozo, la higuera.
La tierra toda semblaba la metáfora completa de mi vida.
Por completo el cielo era el preludio de mi salvación.
Por completo el cielo era el preludio de mi salvación.
Sin aquella pineda, sin aquel aire,
sin su olor tatuando mi memoria,
nada hubiese sucedido, nada.
Castillo de Denia 6 de julio 2021
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