LA FUERZA DE LA LUZ












Supongamos que estuviésemos solos
y perdidos en la desnudez del árbol,
en la tibia costumbre de la alivez de la montaña
y de la herida del orgullo.

Supongamos que morimos de nostalgia,

y la esperanza se torna bosque cerrado.
como la posibilidad
de ser otros,
de que sea otro el mundo en que vivimos,
o de detener el tiovivo que nos lleva,
 impertérrito,
a destinos con sabor
a derrota.

Y supongamos,
también,
supongamos,
que la suerte nos ampara con su rostro,
que amanecer en calma no paga aranceles,
y que por un momento
es posible recrearse
en el aire y en la rosa
sin que nos duela
la espina de su noche.

Supongamos
la fuerza de la luz
sobre el dolor.

Afirmemos.
Sí, afirmemos
el poder sanador de la luz
en las tristezas.

📸ABEL BAQUERÍN


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