FIESTAS , EXÁMENES Y PASIONES
Mientras en nuestra capital hemos estado inmersos en las cada vez más notorias fiestas de San Bernabé, los estudiantes de bachillerato han estado zambullidos, en casi todas las comunidades autónomas, en la prueba de acceso a la universidad (PAU). Las noticias sobre la Selectividad me han traído a la memoria la anécdota que Emilio del Río contaba sobre Fernando Fernán Gómez, quien, tras haber sido inquirido: «¿Por qué sabe usted tanto?», respondió: «Porque he recibido un buen bachillerato».
Me pregunto si nuestros bachilleres podrían decir hoy lo mismo que el actor. ¿Hasta qué punto nuestros universitarios, que tantos exámenes eruditos superan, son realmente maduros en su vida y saben verdaderamente qué quieren, y si para eso que quieren (esa profesión que anhelan: médico, abogado, maestro,...) tienen las actitudes, las habilidades sociales, la empatía, la vocación que la profesión exige?
En tanto se han sucedido los exámenes de PAU y fiestas de San Bernabé, un nutrido grupo de escritores riojanos hemos acudido a firmar nuestras obras a la Feria del Libro de Madrid.
Particularmente, es mi feria preferida desde la primera vez que fui a firmar, allá por el 2003. En aquellos primeros años me fascinaban las interminables filas de lectores en torno a la caseta donde firmaban sus autores favoritos. Posteriormente me desilusionó el intrusismo: las filas más espectaculares se formaban para ver a personajes mediáticos, bastante alejados de la literatura. Pero este año los niños me han devuelto la fe en el futuro.
He tenido el gran placer de acudir a la final de 'Pequeños gigantes de la lectura', en la FLM, y ver la pasión con la que unos leen y otros escuchan las lecturas, así como la emoción con la que los lectores se encuentran con su escritor preferido y comparten la mañana. Emocionante ha sido ver cómo la representante de nuestra comunidad, Amira, ha obtenido el tercer puesto entre los 1.500 participantes de ese año.
Eso, junto con la afluencia de chiquillería, acompañada de sus familiares, desenvolviéndose con criterio propio, escuchando lo que se les contaba, preguntando y escogiendo, me impulsa a creer que algo nuevo se mueve.
Ello me conduce a pedir una revisión de los planes de estudios, donde las lecturas y las humanidades tengan la misma importancia que las ciencias o la tecnología.
También a solicitar encarecidamente que esa curiosidad, ganas de aprender, de leer y de inventar que apreciamos en los chiquillos no la obviemos, no la aplastemos.
Todo lo anterior no es solo un garante para preparar a los estudiantes para la PAU. Es la mejor opción para tener personas preparadas para la sociedad moderna y la vida diaria. Coincido con el escritor Michael Houellebecq: «Vivir sin leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida». Pero para que ellos estudien, se esfuercen o lean, recordemos que «no es lo que les decimos, es lo que hacemos».
Me pregunto si nuestros bachilleres podrían decir hoy lo mismo que el actor. ¿Hasta qué punto nuestros universitarios, que tantos exámenes eruditos superan, son realmente maduros en su vida y saben verdaderamente qué quieren, y si para eso que quieren (esa profesión que anhelan: médico, abogado, maestro,...) tienen las actitudes, las habilidades sociales, la empatía, la vocación que la profesión exige?
En tanto se han sucedido los exámenes de PAU y fiestas de San Bernabé, un nutrido grupo de escritores riojanos hemos acudido a firmar nuestras obras a la Feria del Libro de Madrid.
Particularmente, es mi feria preferida desde la primera vez que fui a firmar, allá por el 2003. En aquellos primeros años me fascinaban las interminables filas de lectores en torno a la caseta donde firmaban sus autores favoritos. Posteriormente me desilusionó el intrusismo: las filas más espectaculares se formaban para ver a personajes mediáticos, bastante alejados de la literatura. Pero este año los niños me han devuelto la fe en el futuro.
He tenido el gran placer de acudir a la final de 'Pequeños gigantes de la lectura', en la FLM, y ver la pasión con la que unos leen y otros escuchan las lecturas, así como la emoción con la que los lectores se encuentran con su escritor preferido y comparten la mañana. Emocionante ha sido ver cómo la representante de nuestra comunidad, Amira, ha obtenido el tercer puesto entre los 1.500 participantes de ese año.
Eso, junto con la afluencia de chiquillería, acompañada de sus familiares, desenvolviéndose con criterio propio, escuchando lo que se les contaba, preguntando y escogiendo, me impulsa a creer que algo nuevo se mueve.
Ello me conduce a pedir una revisión de los planes de estudios, donde las lecturas y las humanidades tengan la misma importancia que las ciencias o la tecnología.
También a solicitar encarecidamente que esa curiosidad, ganas de aprender, de leer y de inventar que apreciamos en los chiquillos no la obviemos, no la aplastemos.
Todo lo anterior no es solo un garante para preparar a los estudiantes para la PAU. Es la mejor opción para tener personas preparadas para la sociedad moderna y la vida diaria. Coincido con el escritor Michael Houellebecq: «Vivir sin leer es peligroso, porque obliga a conformarse con la vida». Pero para que ellos estudien, se esfuercen o lean, recordemos que «no es lo que les decimos, es lo que hacemos».
https://www.larioja.com/opinion/maria-jose-marrodan-fiestas-examenes-pasiones-20250612072840-nt.html
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