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Déjame, madre, que muera yo primero, que no entiendo esta vida tan vida, que la idea ni la quiero ni la soportaría, la de quedarme solo y descompuesto, la de no verte más que en mis sueños. Déjame, madre, que muera yo primero, que no aguanto ni medio ni un día sin tus caricias, sin tu cálida sonrisa, que el aliento se me rompería entero, que sabes que estoy dispuesto. Déjame, madre, que muera yo primero, que no tengo palabras todavía porque mudo me dejan las escritas, tus versos, tu sabiduría, tu tiempo, todo lo que me das, cada gesto. Déjame, madre, que muera yo primero, que todas las esquinas de la alegría prometo dejártelas escondidas envueltas en el viento secreto para que te digan, cuanto te quiero. Iván Mendoza Marrodán

MADRES

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¨LAS LÁNGIDAS LIBÉLULAS"

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Este es el bello título de un libro íntimo y lleno de emociones que bajo su aspecto cotidiano guarda una ensamblaje de bellas palabras que moldean los recuerdos y personifican  la noche, las costumbres, las cualidades y a unas LIBÉLULAS de variadas vestimentas con sutiles o ardientes colores según la experiencia y el sentimiento que nos traen.  Un libro emotivo, vital y a veces sorprendente de Julia Baigorri Jalón. En una tarde repleta del cariño de todos hacia ella, porque es un luciérnaga para cada soledad, en cada poema y en cada corazón.

MARIPOSAS DE SAL

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EL CAMINO DE LOS SUEÑOS

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Una maravillosa tarde en compañia de las amigas de la Asociación de mujeres "Las luciérnagas" de San Vicente de la Sonsierra, celebrando el día del libro. Conociendo a otras mujeres del club de lectura La Ilusión, también del pueblo y de otros clubes de lectura, como el de Haro. Mujeres que aman los libros y las historias, cariñosas y agradecidas. Muchas gracias por este encuentro especial . Con Marisa Pangua, presidenta de la Asociación de Mujeres de San Vicente de la Sonsierra

LOS LIBROS

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¡Malditos libros!, mas no apostato, no abomino, no me exilio de ellos. Merced a sus historias descubrí el sentido de mi vida, los castillos en el aire, el aire que vive en las miradas. Me embriagó la sed de justicia; me alimenté de mi propia convicción, fui sabio, audaz, magnánimo y sentí — por fin—  el incendio del amor que  antes nunca me había sido propicio.  Texto del poemario "LA LUZ CLANDESTINA DE ALONSO QUIJANO"

"Dónde viven los sueños"

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