San
Bernabé, la fiesta empieza. Las
calles saben a fresas. Pero hoy, Elisa no las saborea porque ha perdido al amor de su vida y los
manuales afirman que sólo hay una mitad única para cada corazón desamparado.
Mas no se arredra. Sale a la luz. En la calle, un
cartel concita a foráneos o allegados para recrear al Logroño asediado y luego
vencedor. Así que acude al lugar, se viste de historia, recorre calles, auxilia
a un tal André que ponía pies en polvorosa y la mano en
su cintura.
Un tal de Foix que perdía
una ciudad mientras cortejaba un reino.
María José Marrodán
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