La curiosidad de un niño no tiene final,
ni aduana ni aranceles.
Pasea descalza por la piel
Pasea descalza por la piel
más herida de la vida y
por la más dulce.
Por la incógnita que nos
habita allí en el alma.
Por la duda, la necesidad
y lo imposible
Trepa las aristas del
miedo
con la elegancia del trapecista, seguro en su rescate.
Paladea la sal y el néctar de las horas,
con la elegancia del trapecista, seguro en su rescate.
Paladea la sal y el néctar de las horas,
la luz y la derrota del
alba
y los cometas fallidos de la suerte.
No hay limite a la curiosidad de un niño.
y los cometas fallidos de la suerte.
No hay limite a la curiosidad de un niño.
sabe asombrarse en sus manos,
hacerse sirena en su voz.
y universo en su sonrisa.
Muy bueno..!
ResponderEliminarMuchas gracias Jose!
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