Querías volar, todos lo quisimos, en más de una ocasión, y con frecuencia aún lo deseamos. Tú te entrenabas en los columpios de los parques, saltando de los respaldos de los bancos, y sobre todo en las colchonetas y en las flexibles camas elásticas donde casi tocabas la luna. Aunque, la luna no era tu objetivo, pues te era conocido el hecho de su distancia y de su magnitud. Lo que tú y tu ilusión queriáis era divisar París. Divisar París desde la altura y tratar de descubrir — a los pies de la Eiffel, en el césped del Eliseo, en les bouquinistes del Sena o entre los iris de alguna pequeña plaza — a los Pitufos. Pues lo sabes, lo sabe todo el mundo, allí, en París, habitan esos seres azules, pequeños, sosegados, de buen humor que siempre andan en peligro. Tu querías sobrevolar las arboledas, traspasar el diagrama de una estrella, y dejar que t