El tiempo se detuvo en la historia.
O quizás, la historia se detuvo en ese momento único
en el que te convertías en pirata,
en capitán, en comandante de imposibles navíos.
El tiempo se detuvo en la historia.
En las naos que llegaban y zarpaban de tus ojos,
en aquellas, que antes, lo hicieron de otros puertos.
Y, como a ti te pasa,
el mapa de las olas era nuevo cada vez,
y nuevo era el azul cenital sobre la frente,
e inédito cada sol del mediodía.
Las hazañas se enredaban entre los dedos,
los suyos, que abarcaban todos los piélagos,
los arrecifes todos, todas las salidas,
y en los tuyos
que tocaban
el fondo del mar con su impaciencia,
la longeva línea del tiempo inexistente.
Museo de Denia, agosto 2019
Fotografía: María Marrodán
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