LA CONSTRUCCIÓN

El hombre miraba fijamente la construcción y estaba, ciertamente, preocupado. Llevaba años, realizando aquel tipo de obra y jamás, jamás, le había fallado. Y justamente ahora que quería lucirse ante su padre, algo flaqueaba. Más exactamente, lo que flaqueaban eran las cargas de arena que no soportaban bien las paredes y por ello los arcos cedían. El hecho de lucirse ante su padre era, probablemente, lo que más le inquietaba, más incluso que el problema de los arcos, pues su progenitor había sido uno de los mejores trabajadores de la sílice, reconocido en el mundo entero. Sus edificaciones formaban parte de paisajes veraniegos en playas de alto nivel. Y él, lo había admirado desde pequeño, desde bien pequeño, cuando le llevaba al trabajo y le veía organizar y faenar como el que más. Conocía o creía conocer todos los misterios la arena. Por eso, ahora, aquel problema con la arena, no le podía ocurrir a ¡él!, pero le ocurría. Por eso en aquella primaveral mañana, había llevado al luga...