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Mostrando entradas de diciembre, 2012

LECTURA DE POEMAS IVÁN MENDOZA MARRODÁN

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FELIPE BENÍTEZ REYES

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  IN A C C I Ó N   D E   G R A C I A S Agradece que la nieve no pudiera darte frío, la nieve que cayó muy lejos de tu casa, la nieve que no era para ti. Alégrate de que la angustia irresoluble te rozara tan solo en las ficciones de un sueño equivocado. Agradece ese sueño equivocado que te mostró en su irrealidad de l simulacro de un horror que no viviste, la fantasía de tanta oscuridad, de un mundo roto. Da gracias por no andar sobre cristales rotos, sin rumbo ni hospedaje en tu pasado. Conténtate en la noche con salir de la noche. Que la blancura del amanecer te vuelva inmune a la sombra que ronda tu dominio. Que esa sombra no deje de rondarte. Que el nuevo amanecer no te sorprenda ni huido ni de vuelta a lo que eres. Cuídate tú de ti para ser nadie. Custodia tu ser nadie de ti mismo. Felipe Benitez Reyes del poemario "Las Identidaes" http://felipe-benitez-reyes.blogspot.com.es/

UN CUENTO DE DICKENS EN EL SIGLO XXI

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  En esa noche que llamamos mágica, de ilusión, de Paz, de Esperanza y no a la lumbre de una leña, sino en una confortable casa de un pueblo. Un pueblo cualquiera, pongamos Nalda, un abuelo contaba una historia a sus nietos. Una historia que él había leído o escuchado, aunque ya no sabía dónde y cuándo, pero que le parecía la más conveniente para contar en esa noche mágica, de Paz, de Esperanza, entre villancico   y villancico.   Así que veamos al abuelo y a sus nietos de quince, doce, ocho y seis años en la mesa escuchándole —porque éste era un abuelo de esos que siempre andan relatando aventuras, sucesos, fábulas, refranes, moralejas a sus nietos— y escuchémosle también:   Dicen que en un pequeño pueblo, un pueblo algo más pequeño que el nuestro, se decidió fomentar y premiar la solidaridad y el compañerismo en los niños y jóvenes. De tal modo que durante un mes (un mes en el que precisamente no era Navidad), dos comités de padres y abuelos, escuchaban u observaban

EL ÚLTIMO ATARDECER

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  Apuro el último crepúsculo —– entre el sabor a vinagre de la sangre y la injusticia, entre rejas, cuerdas, lágrimas—–, degustándolo, paladeando cada rayo que perece, cada brizna de hierba del sol adolescente que no será nunca más mi abrigo, ni mi ruina o la sombra de mis pasos. Apuro el último cobijo de la tarde en mis manos, en la sed de mi cuerpo mancillado de dolor, áspero de duda, la más temible duda, la del día de después. Lo agoto. Sí, lo extremo, lo esclavizo con mi férreo deseo no le dejo partir. Como si al partir él, como si al irse el último cabello de su luz, partiese seguro mi último suspiro. Por eso bebo despacio el crepúsculo azul y rojo de amor y sangre y sufrimiento en estas horas finales. Desde mi espalda escucho respirar el mar de la eternidad. Pero, ahora, justo ahora,  —– erguido ante la dignidad de los días, con la esperanza de otros píes sobre mis huellas, exhausto y expectante—–, apuro la última y mortal hebra de sol.   Text

LA IMPIEDAD DE LAS EXCUSAS

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Siempre hay un argumento torpe y desmedido, para los errores, las tropelías, la omisión. como "ya lo dije","no lo sabía", “la culpa es del clima, del otro, del gobierno,.." Pero hoy, ahora, estamos hablando de la Vida. De la Vida de un hombre, un niño, una mujer. De sus vidas y los derechos que en ellos anidan, que nacen con su ser, conviven con su dignidad. Siempre hay un argumento frívolo, repetido, opaco, circunstancial frente al horror, la dejación, el pecado. Pero estamos hablando de Vivir y no podemos mirar hacía adelante sin convertirnos en sal. No podemos dejar la carga a unos pocos, llámanese Igor, Laisa, Ana, Lisandro, llámense los olvidados, los perdidos, los ninguno, los nadie que pelean solos, que defienden a mordiscos sus derechos, que caen, y rezan y mueren solos con la denuncia como estigma en su mirada. Siempre flota y se consolida y se arraiga un argumento trivial, inhumano, baladí frente al error, el horror,

DEFENSA DE LA ALEGRÍA de Mario Benedetti

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Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardiacos de las endemias y las academias defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la al

LAS SANDALIAS DEL PESCADOR

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  Oh!, mi niño, niño, mi niño de piedras y de barros, de lanzas, de prisas, de serrín. De caballos de madera con escalas a la gloria, de boca de fresa, de maíz, de chocolate.   Oh¡ mi niño, niño, alumno laborioso, aprendiz de virutas, corazón de canela.   Y ahora, que no te encuentro, que me debato entre la plaza y las calles, el mercado, las puertas, el templo, te descubro barquero del honor, maestro responsable del Edén,   Sabio entre los sabios.   Todo el candor de la infancia en tus ojos, en la rapidez de tus piernas, en la espiga de tus doce años, y sin embargo,              los aires nuevos de la vida te llaman con un fin, las ganas de crecer te empujan a tu viaje, la libertad sopla en tu frente.   Y tú, un niño adulto, un joven niño, te enfureces con la hipocresía de las gentes, con la injusticia, con la servidumbre que magnifica los pecados, quieres indagar, saber, co